viernes, 31 de octubre de 2008

Gracias a todos


Muchas gracias a todos los que pasais por aquí a echar una ojeadita, porque entre unas cosas y otras, en estos días hemos sobrepasado las 10.000 visitas. Puse un nuevo contador a 0 el día 19 de julio de este año, porque el anterior se había declarado en huelga.
Como son algo más de 100 días, sale a un promedio de unas 100 visitas diarias.
Mil gracias de nuevo, y espero veros siempre por aquí.
Besos.

martes, 28 de octubre de 2008

Cerca de Alonso Martínez

Parece que al fin han venido las lluvias, y como no apetece mucho andar por las calles, os invito a uno de nuestros paseos virtuales: las cercanías de la plaza de Alonso Martínez.

Es éste uno de esos barrios en los que Madrid nos muestra una apariencia a la vez tradicional y moderna, burguesa y zarzuelera, galdosiana y de "diseño". Vamos a dar una vueltecita por sus miradores y fachadas, aprovechando uno de los últimos días de sol.




Una fachada con vocación mudéjar en la calle de Almagro



El Hotel Santo Mauro en la calle Zurbano fue en sus mejores tiempos Embajada de Filipinas. Era la época de Pitita Ridruejo como embajadora



En este mirador, para mi gusto , sobran los cristales modernos, pero esos soportes de hierro justifican su puesto en esta página




El mirador quizá peca de excesiva sencillez, pero esa cornisa superior de palmetas, merece la foto.



Un simple balconcillo donde Mejía Lequerica desemboca en Sagasta.



La sencillez de este mirador decimonónico choca con el derroche ornamental del siguiente balcón




Apenas los separan treinta metros.
Pero es que esta fachada es un despliegue de decoración, incluidas las cerámicas



Y el detalle del globo en el balcón. Están restaurándola para poner un hotel.







La flor que lo adorna es una orquídea. No es para menos.



Estos no se pierden nada. Se asoman a dos calles: Campoamor y Santa Teresa




¿Se acuerdan del Pub de Santa Bárbara, en Fernando VI? Ahora ya sólo brindan los pingüinos de la cornisa.




A los que hacen compañía los enormes lagartos de la fachada de enfrente. Bueno, cruzando Hortaleza.



Y metidos en el reino animal ¿quién dijo que en Madrid no había llamadores de los de toda la vida?




No hay mas que darse una vuelta por la calle Fuencarral para encontrar aldabas de lo mas tradicional








Unos portales así, esconden ascensores como éste.




¿Recuerdan lo que decíamos del diseño? Miren que "reinterpretación" se ha hecho en esta fachada, totalmente rompedora




Me sorprendió tanto que todavía no he decidido si me gusta o me horroriza.



Pero desde luego, no deja indiferente.



A un paso de Las Salesas y de la Audiencia Nacional.




Y estos se creían que por pintar la fachada de color albero iban a sorprender a alguien ¡ja!



Esta ventana es tan sencilla que se tiene que adornar con las galas de la vecina de enfrente




Y para despedirnos volvemos a Alonso Martínez, donde una reciente restauración ha devuelto a este chaflán todo su esplendor



Hasta la próxima, ha sido un placer.


martes, 21 de octubre de 2008

Una iniciativa digna de imitación




Me han mandado un enlace al blog del escritor Alberto Vázquez-Figueroa, que ha decidido colgar en la red su última novela de modo gratuito para que cualquiera pueda descargarla y leerla. Y expone sus razones, que me parecen llenas de sentido común:
http://vazquezfigueroa.blog.com/1940255/

Por si no se abre bien, copio aqui el texto de su post.

Mis novelas gratis por Alberto Vázquez-Figueroa

A partir de ahora mis novelas se editarán simultáneamente en edición “cara”, de las llamadas “de tapa dura”, en edición de bolsillo a mitad de precio, podrán descargarse gratuitamente en “Internet” y todos los periódicos o revistas que lo deseen están autorizados a publicarlas al estilo de las antiguas novelas por entregas con la diferencia que en este caso no tendrán obligación de pagarme nada en concepto de derechos de autor.

Me han preguntado si es que me he vuelto loco, me sobra el dinero o pretendo arruinarme y arruinar de paso a mi editor. No es el caso.

He meditado largamente sobre el tema y he llegado a la conclusión de que hoy en día hay público para todos los niveles adquisitivos del mismo modo que quien lo desea puede almorzar en un restaurante de lujo, en una simple hamburguesería e incluso acudir a un comedor social.

También puede hacerse un traje a medida, comprárselo en unos grandes almacenes o en un rastrillo dominguero.

Igual ocurre en la mayor parte de las facetas del consumo, excepto en lo que se refiere a los lectores que tienen que resignarse a pagar el precio que marca el editor que ha adquirido los derechos en exclusiva de un determinado libro o aguardar años hasta que se edite en bolsillo.

Y desde luego nunca lo obtendrá gratis.

Y se me antoja injusto porque la cultura es tan importante como comer o vestirse, y desde luego mucho más importante que adquirir un coche donde se ofrecen cien gamas de precios donde elegir.

Mi próxima novela trata sobre Irak y las oscuras maquinaciones de las grandes compañías americanas que inventaron la existencia de armas de destrucción masiva con el fin de iniciar una guerra que ha costado casi medio millón de muertos y nunca podrá ganarse, pero que produce miles de millones de beneficios a empresas directamente ligadas a los mas altos cargos de la administración republicana.

Y a mis lectores, cualquiera que sea su condición social o capacidad adquisitiva, ese tema les interesa conocerlo a fondo en estos momentos, no dentro de dos años, que sería cuando cualquier otra editorial considerase que ya había exprimido al máximo el limón de la “tapa dura” y tuviera a bien editarla en bolsillo para unos lectores “De Segunda Categoría”.

No deben existir lectores de segunda ni de tercera categoría, porque lo que importa es su relación directa con el autor independientemente de lo lujoso que sea el vehículo que proporcione dicha relación.

Al cumplir cincuenta años como escritor muchas personas me han asegurado que se acostumbraron a leer con mis novelas de aventuras, y aunque algunas me han sido infieles con el paso del tiempo, lo que importa es el hecho de que empezaron a leer y aficionaron de igual modo a quienes les rodeaban.

Folletines del estilo de “Los tres mosqueteros”, “Los Miserables” o “El Conde de Montecristo” consiguieron que, al poder acceder gratuitamente a tan magníficos textos, en el transcurso de una sola generación el número de lectores franceses se multiplicara por tres.

Los editores no tienen derecho a quejarse de que “se lee poco” mientras mantienen el control sobre el precio de lo que en ese momento interesa, ni las autoridades deberían promover absurdas campañas publicitarias que no conducen mas que a gastar dinero; lo que deben hacer es presionar a los editores a la hora de poner los libros al alcance de todos los bolsillos.

Personalmente prefiero que me lean dos estudiantes, obreros o secretarias en el autobús por siete euros, que un alto ejecutivo en su cómodo despacho por veinte, porque aunque gane menos, si el libro es bueno esos dos lectores se convertirán en cuatro y luego en ocho, y resulta evidente que existen muchos mas obreros, estudiantes y secretarias que altos ejecutivos.

Y si el libro es malo ni unos ni otros lo comprarán.

En cuanto al hecho de ofrecerlo gratuitamente en “Internet” tengo claro que quien lo descargue de la red nunca hubiera comprado mi novela, o sea que prefiero que me lea gratis a que no me lea.

Tal vez la próxima vez se decida a comprar un libro aunque no sea mío.

Algo es cierto: he vendido casi veinticinco millones de libros y todo el dinero que me han pagado me lo he gastado, pero una gran parte de los lectores que he conseguido, aún los conservo.

Y de todo el dinero que gané, la mitad se la llevó Hacienda.

Sin embargo Hacienda aun no ha logrado arrebatarme un solo lector.

En Inglaterra, país culto donde los haya, los escritores no pagan impuestos por el fruto de su trabajo, pero en España, pese a pertenecer también a la Unión Europea, cada año debo entregar la mitad de mis ingresos a Hacienda o me embargan.

Eso significa que un escritor ingles cuenta con el doble de medios económicos que yo para viajar o investigar a la hora de encarar un nuevo trabajo.

Eso no evita que las autoridades españolas se lamenten de que nos esté invadiendo la cultura anglosajona, y lo único que se les ocurre para remediarlo es adquirir los más emblemáticos y costosos edificios de cada capital con el fin de instalar un nuevo Instituto Cervantes en el que dar cobijo a “intelectuales” afines al partido que se encuentre en esos momentos en el poder.

Para nuestra voraz, inculta y derrochadora administración tan sólo somos europeos cuando conviene, y esa es una de las razones por las que prefiero regalarle la mitad de mis ganancias a unos lectores anónimos que tal vez me lo agradezcan, mejor que a un gobierno que no sólo no lo agradece, sino que no acepta que para escribir una novela interesante sea necesario viajar e investigar.

Siento curiosidad por saber si las editoriales continuaran con su absurda política inmovilista o comprenderán que es hora de renovar unos hábitos que no han evolucionado un ápice en trescientos años mientras que a su alrededor el mundo se transforma a marchas forzadas.

En mi juventud una película se estrenaba en una única y enorme sala, estaba casi un año en cartel y tan solo entonces pasaba a los cines de barrio. Hoy se estrena en cuarenta multisalas, a los quince días se edita en “DVD”, al mes se compra en televisión, y se puede ver en las cadenas abiertas a los tres meses.

Si las grandes productoras cinematográficas, con sus complejos estudios de “marketing” han llegado al convencimiento de que esa es la fórmula que conviene en los tiempos que corren, las editoriales deberían tomar buena nota al respecto.

El mundo del libro tiene la enorme suerte de que no resulta rentable a los “piratas” del “Top-Manta” que tanto daño hace a las industrias del cine y la música, pero por eso mismo, y por la gran competencia de la televisión y todo tipo de deportes de masas, los que lo gestionan deberían plantearse un cambio radical e intentar conseguir lectores antes que beneficios.

Sin lectores no hay beneficios, y cuando haya muchos lectores ya llegarán los beneficios.

Resultará muy interesante comprobar si los Ministerios de Cultura y Hacienda seguirán opinando que es preferible que los empresarios -en este caso los editores- continúen manteniendo el privilegio de abaratar los precios únicamente cuando les convenga sin tener en cuenta los intereses de los lectores, al tiempo que no cesan de apretarle las clavijas al pobre trabajador- en este caso el autor.

Por lo visto un gobierno que se autodenomina socialista considera que es preferible proteger al que se beneficia económicamente de la cultura que al que la crea.

Existen varias editoriales multimillonarias, pero ni un solo autor español mínimamente “acomodado”

El viejo dicho, “En España escribir es llorar” ya no tiene sentido: debería decirse “En España escribir -y leer- es pagar”.

A.V-F

Vaya desde aquí mi agradecimiento y admiración. Ojalá muchos más autores pudieran permitirse actuar así y se decidieran a hacerlo. Quizá fuera el modo de que las cosas empezasen a cambiar en el mundo editorial.

viernes, 17 de octubre de 2008

Monasterio de Bonaval

En la zona norte de la provincia de Guadalajara, cerca del pueblo de Retiendas, en la cuenca alta del Jarama, se encuentran unas ruinas llenas de encanto, las del Monasterio Cisterciense de Bonaval

Ciertamente es un nombre descriptivo, porque se encuentra en un valle precioso, lleno de verdor y con un especial atractivo en esta época otoñal, por el colorido que adquiere la vegetación, muy variada, donde se mezclan los chopos, las encinas, el espino albar, los abedules... entre los cuales hemos visto algunos corzos que bajan a beber al río a la caida de la tarde.




El Monasterio es una fundación del S. XII y fue creado por monjes cistercienses seguidores de San Bernardo de Claraval, en la oleada de influencia francesa que llegó a España junto con el afianzamiento de las peregrinaciones a Santiago. Esta orden cisterciense se asocia al florecimiento del estilo arquitectónico del mismo nombre, transición del románico al gótico.




A pesar del abandono en el que se encuentran las ruinas, se pueden apreciar todos los elementos característicos de ese gótico, sencillo en sus comienzos en cuanto a ornamentación, pero con todo el repertorio de elementos arquitectónicos perfectamente desarrollado.


La hiedra invade las pocas bovedas que aún quedan en pie, quizá por poco tiempo.



Pero a pesar del deterioro se puede apreciar la altura que alcanzaron, la elegancia de líneas, la esbeltez de columnas y ventanas


Un muro semiderruido deja ver su secreto: una escalera de caracol que sube, embutida en él. Hay sillares que permanecen en su sitio, no se sabe por qué, y parece que bastaría un empujoncito, una lluvia fuerte, el temblor de un trueno, para hacerlos caer.



Contrasta el tono sombrío de las piedras, maltratadas por el tiempo, con el brillo del sol poniente en las hojas doradas. Es como si la naturaleza fuera consciente de que el tiempo juega a su favor, y, si no se le pone remedio, acabará triunfando sobre la obra del hombre.




Estos vanos debieron adornarse con vidrieras en otro tiempo



Ahora han sufrido una reconstruccion parcial y torpe, que estropea más que arregla, pero que no impide imaginar su belleza original.



La puerta principal, o al menos, la que se conserva en pie, debería dar paso al templo, pero se abre sobre la maleza que invade el interior




Otra reconstrucción que ha mantenido en su lugar la roseta cuatrilobulada, pero que ha desvirtuado el vano completamente




La base de la torre que defendía la entrada principal, y que probablemente sirviera de campanario.



En algunos lugares la invasión de la vegetación oculta totalmente las ruinas, no se sabe muy bien si contribuyendo a su destrucción o ayudando a mantenerlas en pie. El resultado no puede ser más romántico.








Resulta inverosímil la capacidad de algunas plantas para arraigar en los lugares mas inesperados e inhóspitos. Pero acabarán echando abajo los pocos muros que aun quedan en pie.


En este sillar se puede ver un calvario toscamente labrado. Tres cruces que quizá formaran parte de un Via Crucis completo que rodease todo el monasterio.


El conjunto aún permite evocar lo que debió ser el Monasterio completo, con sus dependencias anejas, un molino, un pequeño acueducto que lleva el agua hasta él, unos restos de claustro...
Quizá todavía estemos a tiempo de rescatar lo que queda para que no desaparezca por completo.

Más allá del monasterio, se abre el valle, creado por un afluente del Jarama, cuyo curso se puede seguir por un cómodo sendero de tierra, (que forma parte de la Red Europea de senderos de Gran Recorrido, concretamente el GR-10 en su tramo entre Tamajón y Retiendas) Es un paseo delicioso a la caida de la tarde. Si vais a conocerlo me lo agradecereis.

Más información en

viernes, 10 de octubre de 2008

¿Somos más tontos gracias a Internet?

Es una interesante teoría que someto a su consideración. Aparece ampliamente expuesta en este artículo

http://www.revistaarcadia.com/ediciones/35/internet.html

y comentada de un modo más resumido (para aquellos a los que el uso de internet está volviendo incapaces de leer textos largos) en esta página de El País

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Internet/cambia/forma/leer/pensar/elpepusoc/20081010elpepisoc_1/Tes

Vayan pensándolo durante el fin de semana y lo comentamos

martes, 7 de octubre de 2008

Vuelve la temporada de conciertos

Con la llegada del otoño vuelven las actividades habituales y con ellas, la Temporada de Conciertos de las Tardes Musicales del Beatriz Galindo que organiza la Asociación Cultural Accento, a cuyo coro pertenezco, en colaboración con el Instituto.

Es un poco precipitado, pero os anuncio el próximo Concierto que tendrá lugar mañana, miércoles 8 de octubre, a las 20,00 horas en el Salón de Actos de Instituto Beatriz Galindo, Calle Goya 10, (entrando por Claudio Coello)




El coro que nos va a deleitar mañana es el conjunto de cámara Coro La Trova con un programa muy clásico y muy apetecible: obras de Tomás Luis de Victoria, Francisco Guerrero, el Cancionero de Upsala, Des Prés, Arcadelt, ete. En general, obras del Renacimiento.

Para que veais una muestra de lo bien que suenan:

Como en la Temporada anterior, todos los conciertos son gratuitos, pero si quereis asegurar vuestra invitación no teneis mas que mandar un correo a la dirección actividades@accento.es, o llamar al teléfono 639 658 680

Estaremos encantados de compartir con vosotros este buen rato musical. Hasta mañana

Nota: Tiene muchísima razón nuestro comentarista Ignacio. Doy por sentado que todos sabéis que os hablo (escribo) desde Madrid, y no he puesto ese dato. Los conciertos son en la calle Goya de Madrid, España (me recuerda aquel chiste del borracho que preguntaba dónde estaba...)

jueves, 2 de octubre de 2008

Fotos de familia

No se si habréis observado que he cambiado la serie de fotos que aparecen en el ángulo superior izquierdo (un "slide", creo que llaman a esos inventos que van pasando las fotos). Corresponden a la familia materna de mi santo, que debían ser gente de posibles, porque en aquella época, hacerse tantas fotos no era lo más habitual. Las ha recopilado un primo lejano y ha tenido el agrado de enviarnoslas en un CD, y como no sabíamos quién era la mitad de la gente que aparece en ellas, el domingo pasado tuve a mi pobre suegra (que es un ángel) martirizada delante del ordenador, apuntando en un papel quién era el de cada foto. Algunas son tan antiguas que ni ella misma reconocía a todos los participantes, pero a la mayoría conseguimos ponerles nombre. Por ahora parece que a mis hijas les da mas o menos igual saber quién era toda aquella gente, pero sé que llega una edad en que esas cosas te empiezan a picar la curiosidad, y acabas por interesarte.
Algunas tienen asociada su pequeña anecdota y entre todas nos han servido para poner paisaje y cara a las historias familiares que recuerda mi suegra. Por ejemplo, de la primera que aparece, que es de una señora mas seria que un gendarme, con flequillo rizado, y algo estrábica, sabemos que llevaba detrás pegado un papelito plegado en cuatro, en donde aparecía escrito este mensaje: "Prometo y juro solemnemente ser todo el tiempo que dure mi feliz matrimonio, esposo tierno y cariñoso para mi Pilar, como lo he sido hasta la fecha. Para satisfacción de la interesada lo firmo en Madrid a 22 de enero de 1865, Enrique Esteban" (Esta pareja, Enrique y Pilar, eran los ¡bisabuelos! de mi suegra, que ahora tiene 93 años, y que conserva el papel como una reliquia) Es de imaginar la riña de enamorados y la posterior reconciliación que daría lugar a la firma de semejante documento.



Impresiona ver el talle de avispa de algunas de aquellas señoras, conseguido evidentemente a fuerza de padecer el suplicio de llevar un corsé inhumano a todas horas. Así los caballeros podían abarcar esas cinturas con una sola mano, y ellas se desmayaban en cuanto les decían "uh!" detrás de una puerta. Tenían que tener las vísceras descolocadas definitivamente. Mi madre recordaba como cifra cierta e incontestable, que mi abuela, incluso después de los dos primeros embarazos había vuelto a tener una cintura de ¡45 centímetros de perímetro!. Prueben a medirle la cintura a sus parejas, si se dejan, o mídanse ustedes mismas, (sin testigos, por supuesto). Por muy sílfides que sean no llegan a esa cifra ni locas. Digo yo que cuando estuvieran de vacaciones en el pueblo y emprendieran esas excursiones en borrico, se quitarían el corsé, pobrecillas.

Bueno, en cuanto pasaron unos años y vino la moda del traje saco, algunas se resarcieron plenamente y se pusieron como casi todas las de este grupo. No creo que haya habido en la historia moda más horrorosa ni menos favorecedora que ésta de los años 20. Esos gorros calados hasta las cejas, la pobre novia que parece que le han encasquetado el velo los enemigos... La que, a pesar de todo, resultaba guapa, no cabe duda de que era una belleza fuera de serie. Porque encima, las señoras decentes, no se maquillaban. Todo lo más, unos polvos de arroz para tener la tez blanca.


Luego estaban las pobres criaturitas a las que vestían así. Esperemos que sólo fuera para la foto, porque sino el angelito no iba a poder ni moverse. Lo más grande del asunto es que este dechado de lazos y encajes era un varoncito llamado Jose Luis. Pero como era el chiquitín de la casa y a la mamá le gustaba que luciera el pelo rubio en tirabuzones ("atiratones" les llamaba él) lo llevaba así ataviado, lo cual le granjeó el apodo de "Carmencita". Una niñez difícil. A pesar de los encajes y el apodo, la superó con éxito, fue un caballero con toda la barba (y toda la calva, dicho sea de paso) y contrajo feliz matrimonio con una mujer encantadora, Luisa, del cual nacieron cuatro vástagos, dos niñas y dos niños, bien guapos. Ya tienen nietos, algunos. ¡Dios mío!

Otro documento de la época, impagable, es el del caballero en traje de baño. Así se ataviaban los valientes que se metían en el mar en aquellos tiempos. El joven en cuestión era por aquel entonces el novio de la que luego fue su mujer, Pilita, y se llamaba Constantino. Y los hermanos de la novia que eran bastante guasones, le hicieron una coplilla que decía: "Constantinito Fernández, / no seas tonto y reflexiona. / No te conviene esa mona, / no es una "media naranja" / es una "media melona".


Era una familia muy dada al verso, y en cuanto podían se contaban la vida rimándola. Alguna vez les traeré otras muestras de su ingenio, más extensas. Pero para que vean lo sencilla que era la vida entonces, y cuánta más chispa se derrochaba en lo cotidiano, vale otra muestra. En una ocasión le enviaron una carta a este Constantino, pero el remitente se propuso ver hasta qué punto eran competentes los correos de la época. Y en el sobre sólo puso:
"A un radiotelegrafista / que a orillas del Tajo habita / es cazador, tiene moto / y su mujer es Pilita". Lo grande del suceso es que, en la central de Correos hubo alguien tan ingenioso y bien humorado como para deducir que, siendo radiotelegrafista a orillas del Tajo, sólo podía ser en Aranjuez. Por lo que añadió otra estrofa en el sobre : " Aranjuez, parece ser / es el punto de destino. / Ahora que siga el cartero / actuando de adivino". ¡Y la carta llegó perfectamente!
¿No es maravilloso? ¡Aquellos eran otros tiempos! (El sobre original se conserva. Cuando pueda lo escaneo)
Pero mi preferida, sin lugar a dudas es ésta, en la que no hemos podido averiguar quiénes son los personajes, todo lo más, el lugar que debe ser Villar del Saz, donde pasaban temporadas de verano. La familia tenía relación con los ferrocarriles (entonces no existía la Renfe, la compañía para la que trabajaba el cabeza de familia era la llamada MZA, Madrid-Zaragoza-Alicante) y aquí se les ve en disposición de hacer un paseo en la vagoneta manual llamada "zorrilla". Como es un viaje lleno de riesgos, las señoras se han puesto un atuendo adecuado: unos amplios pantalones, que no se ajusten en las posaderas, (¡por Dios, qué indecencia!), recogiditos en los tobillos para que no se enreden al subir y bajar. Y ya ataviadas, todavía se piensan si emprender o no semejante aventura. ¡qué tiempos aquellos!